domingo, 10 de junio de 2012

Bruckner. Sinfonía nº 3. Skrowaczewski. Saarbrücken Radio Symphony Orchestra. 1996.

Bruckner. Sinfonía nº 3. Skrowaczewski. Saarbrücken Radio Symphony Orchestra. 1996.:

Queridos amigos, seguimos adelante, lentamente pero seguimos, con las entregas de la preciosa integral sinfónica de Bruckner del maestro Skrowaczewski. En esta ocasión dejamos su preciosa y vital visión de la Sinfonía nº 3, una de las más bonitas del conjunto sinfónico y a la vez punto de entrada ya claro en la gran obra sinfónica madura de Bruckner.

LA Tercera Sinfonía es denominada en ocasiones como Sinfonía Wagner. Fue escrita en 1873 y revisada por Bruckner en numerosas ocasiones (con más o menos cambios) fundamentalmente en 1877 y en 1888/1899. El estreno inicial de la obra tuvo lugar bajo la dirección del maestro en Viena en 1877 resultando un fracaso, en parte por la poca capacidad como director de Bruckner y en parte por la dificilísima aceptación por parte de los músicos vieneses.

En esta grabación el maestro Skrowaczewski usa la versión de 1889 (1888/89) en la edición de Leopold Nowak de 1959. La interpretación en sencillamente brillante. Una sabia visión global de la estructura de la obra y un manejo del tempo muy adecuado hace fluir la música sin pesadez, con delicada suavidad y una muy bien marcada energía en sus preciosos crescendos que se escuchan limpios y brillantes sin sensación alguna de mezcla sonora inaudible. Los instrumentos son matizados y claros, las agrupaciones de los temas se realizan con gran delicadeza formal  y estructuralmente quedan integrados de una forma clara y precisa en el global.


La gran energía de la obra no deja de lado los pasajes delicados e íntimos como es el caso del precioso segundo movimiento, un Adagio soberbio, que es marcado por Skrowaczewski con un tempo algo rápido pero que no por ello le impide mostrar y sacar a relucir la emoción contenida en él. El juego de las cuerdas con los metales y las maderas es una verdadera preciosidad y los pequeños suspiros de aliento hacen aún más intenso y delicado este fino, sensual y vigoroso movimiento.

El juguetón y dinámico tercer movimiento de esta preciosa obra es sabiamente conducido por Skrowaczewski, con energía, vitalidad, ritmo y "chispa" permitiendo una expresividad preciosa a las cuerdas y los metales, que dicho sea de paso suenan francamente bien, muy bien. La cantabilidad del movimiento resulta delicadísima como un baile juguetón tocado con una sutileza soberbia. Es un movimiento que resuena clasicismo pero más elaborado que lo escuchado hasta entonces.

Y en el último movimiento podemos apreciar la maravillosa conjunción que consigue el maestro con la orquesta. Es un movimiento llevado enérgicamente, intenso y rítmico, con marcados contrastes entre lo lírico (bellísimamente marcado por la batuta) y lo enérgico e intenso. Una energía e intensidad sabiamente controlada para poder apreciar toda la belleza contenida en esos pasajes de tono más elevado y de mayor fortaleza sin que dejemos de gozar en los momentos líricos y ensoñadores con una música delicada y danzable. Un movimiento llevado a un tempo algo más pausado que los iniciales que permite apreciar la maravillosa maraña musical de Bruckner con total claridad.

En definitiva una preciosa interpretación de una de las sinfonías brucknerianas más bonitas escritas y quizá de las de mejor y más fácil audición. La dirección de Skrowaczewski es delicada, muy matizada, con sutilezas, con un manejo del tempo precioso y lleva a la Saarbrücken Radio Symphony Orchestra a lograr una interpretación bellísima, expresándose con claridad, luciendo la belleza de sus cuerdas, regustándose sus metales, mostrando sus bellos requiebros unas maderas preciosas y por encima de todo sonando como una gran unidad orquestal.

Espero que disfruten de esta Tercera de Bruckner, merece la pena saborearla y apreciarla. Es de una gran belleza, musicalidad, intensidad y delicadeza. Enormemente agradable de escuchar.



Bruckner
Sinfonía nº 3
Stanislaw Skrowaczewski
Saarbrücken Radio Symphony Orchestra
Grabación de octubre de 1996
Kongresshalle, Saarbrücken
Versión de 1889 (1888/89) en la edición de Leopold Nowak de 1959









viernes, 27 de abril de 2012

Bach: Matthaüs-Passion

Bach: Matthaüs-Passion:
¿Qué es la Pasión según San Mateo? Una síntesis arquitectónica, cimentada en la destrucción de límites y órdenes: amalgama por un lado de contraste formal en su belleza y por otro de perfección en su construcción, continuamente laborada Soli Deo Gloria; una simbiosis de expectación dramático-operística y de meditación lírica; una armonía entre religiosidad sufriente en la severidad luterana de los corales y serenidad natural del melodismo de estilo italiano; una confluencia entre los diálogos de las turbas y la narración objetiva del Evangelista; un breviario donde desfilan simbolismo numérico, percepción psicológica e interpretación teológica; un esplendoroso desarrollo instrumental en secciones independientes (derivado del ideal organístico) dentro de la tendencia teatral del oratorio; en suma, un fresco musical y religioso que funde el aparente antinomio de los géneros y las épocas.








Un amplio murmullo es interrumpido por los golpecitos de una batuta, no solamente concitando la atención a los músicos, sino también reclamando silencio a la audiencia: Como cada año desde 1899 el Concertgebouw de Amsterdam acoge el Domingo de Ramos la representación pública de la Matthäus-Passion. La WWII hizo de ésta de 1939 la última. Willem Mengelberg posee una enorme significancia histórica por su estilo, romántico en concepción, monumental en ejecución (la Orquesta al completo, las fuerzas de dos coros combinadas), violentamente dramático e intenso en la distorsión subjetiva de la línea musical, en el fraseo de absolutas licencias agógicas y dinámicas, pleno de intolerables claroscuros, texturas acolchadas, exagerado legato, grotescos vibrati, ritardandi dentro de ritardandi… Los solistas eran ampliamente experimentados en la obra y cumplen con eficiencia, destacando el dulce si bien monocromático Evangelista de Karl Erb, y el Jesus de Willem Ravelli, tenebroso en su última intervención: “Eli, Eli”. Como era habitual en la época, los cortes son numerosos, descuartizando con virulencia la lógica narrativa, en ocasiones en medio de recitativos. La grabación se materializó por medio de un novedoso sistema de cinta de celuloide derivado de la industria cinematográfica que mejoraba tanto la dinámica como el rango de frecuencias. La edición Opus Kura (a partir de vinilos de 1952, clara y brillante, alguna congestión asociada a la dinámica) restaura la perspectiva natural del único micrófono, el opresivo grave y los ruidos generados por la infantería del coro. Sincero, ferviente, estremecedor Mengelberg: El fin de una era.

 





Sucesor del mismo Bach en el cargo de Thomaskantor en Leipzig fue Karl Richter, cuya visión enfatiza el acto devocional (era hijo de un pastor luterano), clarificando la estructura teológica textual, su grandeza y solemnidad a expensas de la ligereza de acentos y la definición del contrapunto. Severidad militar, tempi ponderados y amplio (pero no mahleriano) contingente instrumental, con un fantasioso órgano en el continuo. El característico timbre de los pilluelos del Coro Munich resalta afilado sobre la textura general, prodigiosa en dicción y articulación rítmica. Los solistas están espléndidos, correspondiendo las arias más distinguidas al matizado hacer de Dietrich Fischer–Dieskau, sentido y profundo. El claro registro (DG, 1958), en pionero estéreo que privilegia los solistas, resiste estupendísimo el paso de las décadas. Una versión que dió a conocer la obra a toda una generación.







Después de otra extenuante sesión de grabación, los cantantes decidieron amotinarse y plantear al director que los tempi eran demasiado lentos. ¿Pero, quién se atrevería a decírselo al Doktor? Temblando, lo echaron a suertes y fue Fischer-Dieskau quien sacó la pajita más corta: “– Disculpe, Doctor Klemperer…
      – Ja, Fischer?
    – Dr. Klemperer, anoche tuve un sueño… Dios aparecía y me daba las gracias por cantar la Pasión según San Mateo de Bach. Y entonces Él preguntaba: ¿Pero por qué tan lento?”.
      El director frunció el ceño e indicó al cantante que retornara a su puesto. Tras la toma subsiguiente, más lenta que nunca, que hizo que los cantantes adquirieran un peligroso tono azulado, Klemperer bajó la batuta y miró a Fischer-Dieskau.
      – Fischer!
      – Ja, Herr Doktor?
      – Anoche tuve un sueño. Y Dios llegó y me dió las gracias por representar la Pasión según San Mateo. Y entonces Él preguntó: ¿Y quién diablos es este Fischer?” Como se supo mucho después, algunos solistas regrabaron a escondidas varios recitativos sin el conocimiento de Klemperer. Pero los tempi pueden ser irrelevantes, ya que la narrativa es articulada y enérgica, dentro de la concepción que sitúa al Evangelista aislado espacialmente de los acontecimientos que está desarrollando, reverencial más que dramático. El acento sobre los atriles graves de la Philharmonia Orchestra proporciona un masivo soporte a las líneas y frases en monolítico legato. El hipertrófico coro canta entregadamente doloroso, pero pierde inercia en la observación rigurosa de las fermatas. Suprema la aportación operística de los solistas vocales. Así pues, lectura flagelada, que corona, apoteósica y devastadora, la tradición sinfónica germana. Ni siquiera la última reedición mejora la brumosa toma de sonido (EMI, 1961) que no obstante permite apreciar la calidad de los instrumentistas obligatti y el sentido del vocablo Doom.






Con Philippe Herreweghe (HM, 1984) entramos en el territorio comanche del enfoque historicista. El fraseo de los pequeños contingentes (una Chapelle Royale gloriosamente seductora en sus texturas) es, en consecuencia, moderadamente ligero, como lo son los tempi. Reverencial compensación entre las partes, frescura en el impulso rítmico, tímbrica mimada y no incisiva (escúchense a este respecto las disonancias en los oboes trasciendendo la textura en un coro inicial que sigue el ritmo de siciliana impuesto por el inexorable grave orquestal). El continuo es fuertemente colorista en su registración. En la mejor tradición klemperiana(!) los corales van pausando las frases con silencios breves (que pueden resultar mecánicos), y poseen regularidad dinámica, alejados de lo lúgubre pero rebosantes de sobriedad oscura y, a veces, desesperada. De entre los solistas sobresale René Jacobs por su rabiosa novedad tímbrica y sus ornamentaciones polémicas. Panorámica antifonal excepcional de la grabación, tropical y resonante.






Cuando se presentó la versión, largamente esperada, de John Eliot Gardiner (Archiv, 1988) pareció haberse encontrado el equilibrio ideal para la obra, especialmente en la resolución inmaculada que hace el Monteverdi Choir (mixto, cuatro voces por parte) de los corales. Sin embargo, la sensación térmica a posteriori indica rigidez en los tempi, en las líneas, que si bien se articulan eficazmente en stacatto, resultan bruscas, impersonales, frígidas en esa misma falta de falibilidad en el ataque, de profundidad emocional en la acaramelada sonoridad de The English Baroque Soloist (maravillosa la tímbrica del violín en “Erbarme dich”). Énfasis en el carácter danzable con un teatral y optimista uso de la dinámica. Discrepo con la pronunciación germánica del Evangelista de Anthony Rolfe-Johnson, lejos de lo ortodoxo, y con su enfoque espectacular, más cercano al oratorio haendeliano. Gardiner utiliza solistas femeninas (exquisita Anne Sophie von Otter en “Können Tränen”) argumentando que el uso único de voces masculinas no es posible debido al hoy en día temprano cambio de voz, prematuro respecto a la sensibilidad musical requerida. En la postrera audición destacaría positivamente la ligereza conceptual, el sentido de continuidad, y la sonoridad diferenciada que expone el segundo coro buscando un efecto responsorial, de eco, distante y susurrado.






El que Gustav Leonhardt se negara con firmeza a interpretar la Matthäus-Passion fuera de su tiempo litúrgico alumbra el camino hacia esta opción espiritual, de práctica ceremonial, profundamente reposada, comprometida con las condiciones de que el propio Bach dispuso: es uno de los pocos intérpretes que utiliza exclusivamente cantantes masculinos, con niños para las tesituras altas –que generan una indeleble impresión de inocencia y pureza, acorde a la metafísica bachiana de humanidad infantil, temerosa y frágil–, además de emplear los prescritos dos grupos de solistas. La Petite Bande, similar en tamaño y disposición a los EBS de Gardiner, afronta una muy distinta interpretación, por ejemplo en la menor amplitud dinámica, en la presencia de los vientos, en la (relativa) calma de los tempi, que aseguran la recepción del contenido místico de los coros. Indispensable la austeridad monacal del Evangelista de Christoph Pregardien, suavizando los aspectos teatrales. La magra grabación dibuja con precisión las diferentes líneas corales, remarcando la importancia de los textos (DHM, 1989).






Frans Brüggen elige un sólido grupo de cuerdas (5.4.3.2.1) para cada uno de los conjuntos instrumentales, la Orchestra of the Eighteenth Century siempre al máximo de transparencia textural (incluso se escucha el órgano en el coro inicial). Intimista y alejada de la vía dramática, es una lectura humana que rubatea sin rubor y puede derivar hacia el garreo melódico. Quijotesco entre los académicos, Brüggen aspira a producir un sonido coral de época, pidiendo al grupo (estrictamente profesional) que se apliquen en conseguir un sonido “nada grato, al estilo de un coro búlgaro”. El Evangelista de voz blanca de Nico van der Meel (quizá no un extraordinario cantante, pero sí un narrador excepcional) nos mantiene al borde del asiento con su declamación plena de sensibilidad y misterio. Lástima que no todos sus compañeros vocales están a su altura, y no proporcionen un gran impacto emocional. Como cada disco del holandés fue grabado en vivo durante una gira de conciertos (Philips, 1996), en esta ocasión no todo lo nítido que cabría desear.







En el segundo acercamiento de Philippe Herreweghe (HM, 1999) el concepto gentil, la elección y el tamaño de sus huestes es consistente con el anterior; los tempi, a la breve. El mayor refinamiento técnico del Collegium Vocale Gent permite un sin par equilibrio en el concepto de drama sagrado, entre delicada sensualidad y elevación espiritual, entre un continuo dramático y una sonoridad sosegada, y muestra gran poderío retórico, mayor sentido de continuidad (gracias a las menores pausas), pero pierde espontaneidad y fervor juvenil en el diáfano y pulido contrapunto coral. Fantástico el Evangelista de Ian Boostridge, implicado y sutil en su amplia paleta expresiva. Una extensa dinámica acompaña la cristalina toma sonora.






Si Johann Sebastian Bach hubiera visto la Matthäus-Passion interpretada en la iglesia por mujeres en kimono posiblemente hubiera mordido, estupefacto, su peluca. Pero, dejando aparte bromas y prejuicios, el Bach Collegium Japan y su director (calvinista) Masaaki Suzuki perfilan un reverente acto de oración, servido con profunda religiosidad, convicción litúrgica y claridad ascética. Dividido en dos agrupaciones de 20 instrumentistas y 16 voces –perfectamente focalizadas según sus tesituras– exhala una esencia introvertida, lamentosa, traslúcida, restringida en dinámicas, a través del paciente desarrollo de los eventos, quizá con demasiada palidez y neutralidad (como en la tímbrica del violín solista en “Erbarme dich”). El vulnerable Peter Kooy (Jesus) posee el instrumento adecuado y presta a sus recitativos la angustia necesaria. Grabación reverberante y espacial (BIS, 1999), que realza los solistas en relación a los coros y acentúa el bajo continuo en la cuerda grave.





Nikolaus Harnoncourt fue el primer responsable de grabar la Pasión según San Mateo al modo históricamente informado (y rupturista) allá en 1970. No obstante elegiremos aquí su tercera aproximación (Teldec, 2000), flexible y vigorosa, donde el tratamiento de los acordes disonantes ilumina con la crudeza del sol mediterráneo el horror ante la tortura y la muerte. A los veloces tempi de comienzo de siglo el Concentus Musicus Wien evidencia una tímbrica aspéra (compárese de nuevo el violín en “Erbarme dich”, donde acorta las notas largas respecto a lo escrito), sincopada, angulosa, de algún modo sangrienta. Poderoso y agresivo el coro Arnold Schoenberg, delicado si es menester (2º coro al estilo responsorial), aunque se le podría pedir mayor convicción en las turbas (“Barrabam”). El tratamiento de las fermatas es similar a Herreweghe I, sosteniéndolas durante tres pulsos. El elenco vocal es acaso el más consistente hasta la fecha, sobresaliendo el carnal y viril Jesus debido a Matthias Goerne. La excelente grabación añade al majestuoso ambiente de la Jesuitenkirche el tráfico vienés (perceptible en el registro infragrave).






Diversos musicológos como Joshua Rifkin y Andrew Parrot han defendido convincentemente que la partitura de Bach requiere únicamente ocho voces solistas, cuatro integrando cada coro (y uno extra para el ripieno), en una económica práctica propia de la época. Ahora bien, nos viene a las mientes la duda siguiente: un cantante por parte ¿era el mínimo aceptable o el ideal perseguido? Paul McCreesh (Archiv, 2002) ha hecho suya esta opción madrigalística, donde los minimalistas corales comparten efectivos en una permeabilidad simbiótica, otorgando inmediatez, ductilidad y ligereza de textura pero también una violencia descarnada, en una continuidad orgánica y revelatoria de este nuevo mundo sonoro. Las camerísticas cuerdas de los Gabrieli Players suenan desilvanadas en ocasiones, contrastando con el omnipotente órgano catedralicio que soporta como una gran cruz de madera el peso de la representación. Las arias son tratadas como trío sonatas para voz, acompañamiento obligado y bajo continuo, equilibrando la importancia de las líneas: escúchese como Magdalena Kožená susurra extática y delicadamente “Erbarme dich”. Sin embargo, en conjunto, se ignoran aspectos retóricos del texto, el fraseo barroco queda reprimido, las dinámicas se subrayan débilmente y los tempi, veloces, sobrevuelan esta colección de danzas sombrías, que sin duda marcan un antes y un después en la interpretación de la obra. La amplia reverberación del órgano se recoge de manera ejemplar en la grabación.








Sigisvald Kuijken ya participó como violín solista en la grabación de Leonhardt. Ahora, como concertino, que no como director, impulsa esta lectura, que, como la de aquél, rota en la parca comprensión del texto como eje copernicano. Además de la transparencia de la opción de una voz por parte, el octeto vocal, muy lírico, no sólo es capaz de cantar cual solistas, sino de integrarse en un coral perfectamente ensamblado cuando es preciso, por ejemplo en el número inicial, en la mejor tradición de cantata dialogada. La identificación entre solistas y corales conlleva otros cambios: las voces son percibidas individualmente, y el intercambio de posiciones (narrando, o tomando parte de la multitud que comenta, que condena, que medita) obra el milagro que perseguían los afectos barrocos: suscitar emoción a través de la representación musical como drama personal. Ritmo vital y riguroso, con leves contrastes dinámicos y discretos ornamentos desplegados en los ritornelli. Escaso vibrato tanto en los recitativos secco como en los recitativos acompagnato por un halo de cuerdas visible y tangible a la manera de la pintura del quattrocento. En este aspecto, la depuración de las texturas del bajo continuo (La Petite Bande se reduce a 22 instrumentistas) limita su dramatismo pero pincela un efecto íntimo y contemplativo con un suave aroma francés en la manera de acentuar el fraseo en algunos números danzables. Recogida en cuatro noches consecutivas para evitar el ruido urbano de Leuven, la resonante grabación, en altorrelieve, posee gran brillantez, pero (ay!) el glorioso ripieno roza lo inaudible (Challenge Records, 2008).







El péndulo oscila de nuevo y Decca edita sin rubor una grabación en 2009 con instrumentos modernos (inalterados desde hace más de cien años) y procedimientos un tanto heréticos: la Orquesta de la Gewandhaus a las órdenes de Riccardo Chailly (“Bach no era dogmático en materia de ejecución, pero la descomunal ambición musical que desprende la partitura parece demandar unos recursos instrumentales y vocales mayores que los obtenidos en sus representaciones en Leipzig”), generosa en el número de ejecutantes, se lanza a tempi raudos incluso para los patrones historicistas y suprime el vibrato en las cuerdas (con extrañas excepciones). Otras inconsistencias vienen de los toques neorománticos, el retorno a las voces operísticas, ciertos corales y arias con repentinos ritmos lentos, la introducción de ritardandi, diminuendi, o el pedal sostenido en la conclusión de la parte primera. Los coros, exclusivamente masculinos, funcionan con precisión inhumana. Entre los estupendos solistas destaca el rico y noble instrumento de Thomas Quastohff en sus arias para bajo.



Rachmaninov: Symphonic Dances - de Waart (1973)

Rachmaninov: Symphonic Dances - de Waart (1973):
Sergej Rachmaninov
Symphonic Dances Op. 45
Caprice bohémien Op. 12


London Philharmonic Orchestra
Edo de Waart
Philips 6500 362


An irresistible recording by the great Dutch Maestro and the warm-toned London Philharmonic at its best. One of the most beautiful accounts of Rachmaninov's late masterpiece (composed in 1940 in the U.S.) and the first recording of the earlier, colourful Caprice bohémien.


This album was bought in 2007 at Classical Exchange, Notting Hill Gate, London, a real haven for the CD and record archeologist...


LP Transfer
APE & Covers

domingo, 25 de marzo de 2012

Antonio Vivaldi: Pellegrina's Delight

Antonio Vivaldi: Pellegrina's Delight:
Easy CD-DA | FLAC tracks | Covers | 377 Mb
Date CD: 23 June 2003 | Signum | 75:13


The oboe was the dominant woodwind instrument of the early eighteenth century. Its role ranged from providing reinforcement for the violins in orchestral music to elaborate solo display. Vivaldi treated it especially generously in his music, writing at least 16 concertos for solo oboe. However, the oboe featured almost as prominently in his chamber music for one to five instruments with continuo. This recording offers an overview of Vivaldi’s use of the solo oboe in his chamber music. Because the chronological span of the seven works is fairly wide, the recording serves in addition to illustrate his stylistic development between c.1705 and c.1720.

tracklist:


Sonata in C minor, RV 53
Sonata in C major, RV 779
Sonata in G minor, RV 28
Trio-sonata in E minor, Op.1 no.2, RV 67
Concerto in G minor, RV 106
Sonata in Bb, RV 34
Sonata a 4 in C major, RV 801


Gail Hennessey, Oboe
Nicholas Parle, Organ & Harpsichord

with

Rodolfo Richter, Violin
Sally Holman, Bassoon
Katherine Sharman, cello
Pater McCarthy, Violine



Visit http://disinfestavaxhome.blogspot.com/

Schubert Musical Moments, Schumann Piano Concerto

Schubert Musical Moments, Schumann Piano Concerto:
EAC | FLAC, CUE, Log | Cover | 323 Mb | Sony


tracklist:

Schumann: Piano Concerto in A minor, Op. 54
Schumann: Konzertstuck in G major, Op. 92
Schubert: Moments musicaux for piano, D. 780 (Op. 94)

Rudolf Serkin, piano

Philadelphia Orchestra
Eugene Ormandy (Conductor)


I'm beginning here to resurrect some of the works that "disappeared" from Avax or were "abandoned" from the original uploaders. There's not a real thought behind it, I'm just cleaning up my HDs and following the wind. What I downloaded long ago is flowing back. All credits go to the first uploader. Enjoy...

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(título desconocido)

(título desconocido):
Música Argentina / Remo Pignoni

Excepcional trabajo de este pianista argentino. 13 composiciones para disfrutar. Encontrado en la web.

POULENC · IBERT · MILHAUD · FRANÇAIX

POULENC · IBERT · MILHAUD · FRANÇAIX:


FRENCH MUSIC FOR WIND QUINTET

Francis Poulenc
Sextet for piano and wind quintet
1. Allegro vivace
2. Divertissement: Andantino
3. Finale: Prestissimo

Jacques Ibert
Trois pièces breves
4. I Allegro
5. IIAndante
6. II Assez lent - Allegro scherzando

Darius Milhaud
La Cheminée du roi René
7. I Cortège
8. II Aubade
9. III Jongleurs
10. IV La Maousinglade
11. V Joutes sur l'arc
12. VI Chasse à Valabre
13. VII Madrigal - Nocturne

Jean Francaix
Wind Quintet No. 1
14. Andante tranquillo - Allegro assai
15. Presto
16. Theme and Variations: Andante - L'istesso tempo -
Andantino con moto - Lento - Vivo - Andante
17. Tempo di marcia francese

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TOURNIER · SCHMITT · PIERNÉ · FRANÇAIX · ROUSSEL, FRENCH FLUTE CHAMBER MUSIC
JACQUES IBERT, COMPLETE CHAMBER MUSIC WITH FLUTE
AURIC · IBERT · MILHAUD · FRANÇAIX · TOMASI · SCHMITT, TRIOS D'ANCHES